30 jul 2008

El pedo que le cambio la vida

Por Spongehead

Corria el año 1992. Fernando cursaba primer año en el MA. Solia sentarse en el fondo del aula, con Esteban y Germán. Con 13 años, además de propinarse golpes, decir boludeces y tener las hormonas revueltas (todos gestos características de esa edad) tenían una sana costumbre: tirarse pedos todo el tiempo.
Las frases más famosas eran: "Aaaaahhh" (cuando ya se había emanado el gas), "Senti esto" (cuando se veía venir) o "Uy, que mal que me cayó el pebete que me vendió Cariño", haciendo alusión al pebete sanador de media mañana.
A principio de año había visto algo que sus ojos nunca olvidarán: a ella. El primer día de clase de ese año, cuando distribuían a los alumnos a cada curso, llamaron a María. La ubicaron en el mismo curso que Fernando. Y desde ese día, esa imagen, de María caminando a la fila, no se le borró de las pupilas.
Habían pasado ya casi 8 meses desde el inicio de clase, y la profesora de Historia estaba dando clases. Nadie la escuchaba, tenía menos carisma que un buscapolo. Todos estaban en la suya. Hablaban, se tiraban papelitos, se reían. Y Esteban, Germán y Fernando no estaban ajenos a ello. Además de los golpes y las boludeces, obviamente se tiraban pedos. Fernando, cagándose de risa con sus amigos, sintió una leve opresión en el intestino. Sin pensarlo dos veces, ejerció la típica presión rectal. Y se produjo un instante mágico. El aula entera, los 42 alumnos, se callaron simultaneamente. Fue una coincidencia absoluta, algo increible; el destino le había guiñado un ojo. No solo salió el pedo, sino que el banco de madera le dió una sonoridad increible. Fue un señor pedo. El afamadisimo y pocas veces bien logrado "rajatabla". Los 41 alumnos se dieron vuelta, y comenzaron a morirse de risa, mientras Fernando se ponía colorado como huevo de ciclista. La profesora no podía poner orden. A los 5 minutos, cansada de pedir silencio, de las risas de los alumnos, y aprovechando que su clase era la última del día, se resignó y dió por finalizada la clase. Fernando sufrió lo que algunos boludos llaman el síndrome de los "cinco minutos de fama".
Desde ese día, María se enteró que el chico del fondo, el del pedo, se llamaba Fernando. Gracias al pedo, comenzaron a hablarse. Después de quitarse sus miedos, e insistiendo, Fernando logró que María le diera bola. Se casaron, y tuvieron un hermoso bebé, Coquito.
Hoy, casi 16 años después de aquel afortunado incidente, Fernando es un hombre feliz. Estaban los tres cenando, mirando algún dibujito animado que entretenía a Coquito. Fernando miró a María, luego a Coquito, sonrió y pensó: ese pedo, ese señor pedo, le cambió la vida.

Este post está dedicado a Esteban... Ojalá que en el cielo haya Wifi.

Disclaimer: Para evitar daños morales y físicos (?) se alteraron los nombres de los protagonistas.