18 dic 2008

Super Pollo

Por El Afgano


Una madrugada helada. El ser mas contento de Bs. As. era el oso polar del zoo.

Hasta ahí, una noche de joda mas. Volvíamos caminando hacia el auto, casi nada llamativo en a calle. Por ahí te cruzabas con Levon Kennedy paseando su caniche y juntando la caca con una bolsita, o Rudi Chernicof regando los malbones. Intrascendente.

Estaba un poco aflijido por dos amigos que se habian ido al auto a vomitar y teniamos miedo que se hubieran ahogado como Jimi Hendrix.
En eso estoy llegando al auto y escucho gritos desgarradores de Mario, como si alguien le apretara un testículo con una morsa: “me robaron las llaves del auto!!!!!”. En realidad era algo así como “me grdobardddon lashavessh lellauttdddo!!!!”(con la boca torcida y un ojito medio cerrado).
Ahí empieza a empezar la historia.
Un poco asustado y un poco desconfiado le digo: “quien te las robo?”

-Un negrdo de miegrrrddda!!

Olvide mencionar que el auto estaba en doble fila armando un quilombo bárbaro en la calle. Hasta ahora esto es tragicómico y nada mas, pero ahora empiezan a pasar cosas un poco surrealistas.
Pasa un pibe caminando, manitos en los bolsillos, silbando bajito “Caña seca y un membrillo”, pateando chapitas. Mario lo ve desde el auto, se baja, lo encara y le bate:

-Eh vo que le shacá fotosha mi auto loco ehhh.... (?)

El pibe lo mira medio de costado… se detiene. Hace un paneo mental de la situación que se le presenta. Se deja impresionar por las evidencias. Sigue mirando de costado. Evalúa y decide.
Lo embocó de una.

Pensé: -Uuuuuh.

Es sabido que el borracho no siente dolor. Mario, medio masticando sus propios dientes, se incorpora a duras penas y pega.
Ahí supe que no iba a ser una noche más. Salí del auto para detener la ola de hechos lamentables que se podían desencadenar. Obviamente no pude, ya imaginarán por que…
Detrás mio acudieron en defensa de Mario una horda de borrachos que no tenían el mas mínimo sentido de orientación, al grito de: “ehh le etan pegando!!!!! Vamooo todooo!!!!!”.
Eramos sólo 3 más, pero parecía una estampida. Se chocaban entre ellos, uno tropieza y se cae a la zanja, el compañero lo pisa y se da la boca contra un árbol, volaban piñas que no se sabía quien las tiraba ni mucho menos a quien le quería pegar, y por supuesto, no habían terminado de vomitar. O sea que toda la pelea estaba abundantemente lubricada con unos baldazos de vómito que llovían de todos los güines.
En ese contexto obviamente Mario estaba perdiendo, o mas bien diría que lo estaban estropeando. Pero faltaba un detalle mas bizarro: aparece un gordo grande como un placard, no se de donde. Era como un personaje de historieta salido de “El Cazador”. 1,85 m x 160 kg de humanidad. Tal vez les tenía que haber contado que mis amigos miden 1,6 m. Habría que inventar un nuevo código, tipo “a los petisos no se les pega” o algo así.
La cosa es que yo no sabía de donde apareció el gordo ni para que equipo jugaba, pero enseguida me di cuenta. Para que… entro a repartir de manera que los muñecos salían catapultados por arriba de los autos. Una masacre.
Y bue…. no me quedo otra que intevenir.
Yo no soy lo que se dice un “aspero”, mas bien les diría que soy de los tipos que no le conviene pelearse. Por eso llevo un gasesito en aerosol que me puede salvar de alguna tragedia. Se que es medio una mariconeada, pero me lo recomendó mi ex instructor de taekwondo. Hace unos años intente aprender y fui a un sucucho con un cartel que rezaba “se dan clases de Taicuondo”. El tipo era un viejito que se la pasaba gritando “oiuquen!!! oiuquen!!!”.
Un día me aconsejó: “Mirá, las artes marciales te enseñan principalmente a evitar la confrontación con el oponente. Este gas irritante me ayudo a evitar muchas peleas”.
Mirándolo retrospectivamente creo que era un poco chantapufi.
La cosa es que agarre mi tubito salvador, me arrimé al gordo mercenario, apunte con decisión a la cara y cuando me miró, apreté fuerte sin titubear al grito de “toma gorrrrdo putoooooo!!!!”…. y no salio un carajo.
Vi la muerte.
Es el día de hoy que no me explico como esquivé la piña del gordo. Lejos de envalentonarme, aproveche el golpe de gracia para salir corriendo y lo deje al gordo entretenido pegándole a los pibes. Sacudí el aerosol y volví a la carga, pero aprendí la lección. Esta vez no esperé que me mire sino que tiré directamente. Salio!!!!!! Pero claro, como estaba de espalda le pegue en la campera. Se dio vuelta desfigurado, dispuesto a destriparme, y entonces tuve mi momento de gloria. Le di justo en el ojo!!!!!!
Se congeló. Una melodía olímpica zumbo mis oídos.
Y ahí lo tengo, Goliat aturdido delante mio. No lo puedo dejar pasar…
Me hice bien macho y le tiré en la boca. Se debe haber tragado medio litro. Se tambaleaba y se le caía un catarata de baba impresionante. Lloraba como un nene el muy puto. Al final le di una patadita en el orto para que aprenda.
Con el gordo fuera de combate rociar al otro flaco fue cosa de chicos.
Pero este gordo inconsciente se recupera y me encara de nuevo! Pueden creer?! Que bárbaro!!! Lo tuve que volver a rociar. Confieso que me dio un poco de lástima.
Es verdad que después de esto la trifulca siguió un poco porque cayó la poli, mis amigos vomitaron un par de canas, yo tuve que hacer una maniobra un poco ilegal para descartar el gas por arriba de una medianera… en fin, detalles.
Lo cierto es que nos fuimos a desayunar todos vomitados, sucios de la zanja y con la cara a la miseria (salvo yo obvio), pero con la satisfacción de la hombría bien defendida.

Gracias Pollo!!!

17 dic 2008

Volvimos!

Nos llegaron mails, mensajes de texto y cartas con Anthrax pidiendonos por favor que posteemos algo. El blog no se merecía esto. En su primer año de vida, lo abandonamos por casi 4 meses. Así que en breves horas dispondrán de un artículo que dejé colgado por... pelotudo.

15 ago 2008

Versacce volvió en caniche

Por Lucero

Yo digo que es mentira. Así como las brujerías existen para quienes las padecen, los fantasmas aparecen cuando los queres ver y los churros rellenos son indigestos con tereré, esta historia proviene de fuentes dudosas, pero con delicados toques de realismo que la hacen merecedora de cierta credibilidad. Existen muchas creencias en torno a la muerte. Algunas afirman que cuando un alma parte hacia el cielo, goza de eterno descanso en el paraíso celestial. Otras aseguran que el alma vuelve a la tierra tomando otra forma o reencarnando en algún ser viviente, o mal viviente. En particular, a mi me gustaría reencarnar en gusano venenoso, para que el infradotado de Marley me coma y se muera. Esta es la historia de un caniche mini-toy. Su nombre artístico resulta ser Titi Quiróz.



Luce un pequeño collar amarillo que solía ser utilizado como brazalete y fue adquirido en la feria de antigüedades de la calle Dorrego. Una vez por semana asiste al spa canino de Palermo Hollywood y suele pedir el servicio completo que incluye remoción de cutículas. Es dueño de una familia de 3 integrantes, todos sanitos y con el carné de vacunación al día. Dicen los que lo han tratado que no suele tolerar el mal gusto en el vestir y la comida muy condimentada. Justamente hay testigos que afirman haberlo visto tomar represalias con la cocinera, luego de que la misma confundiera el salmón ahumado con el ceviche al pimentón, y por supuesto hubo que retocarle el pompón de la cola.


Cierto día que paseaba por las calles de Palermo, enfundado en su poncho de piel sintética (es un can muy comprometido con la causa ecologista) se cruzó con un personaje infortunado que le provocó un ataque de furia. El pobre hombre resultó ser un trabajador de la construcción que había terminado su jornada laboral y se dirigía hacia la parada del 60, con su ropa de trabajo y una bolsa de supermercado con sus pertenencias. Las causas que motivaron al can a desfigurarle las pantorrillas no han sido debidamente expuestas por el jefe de prensa del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, quien solo se remitió a comentar el incidente, sin profundizar, para no alertar a la población. Imagínense las consecuencias del pánico que podría provocar la certeza de que este animal anda suelto y sin restricción policial alguna. Sus allegados afirman que la indumentaria desalineada de su víctima, agravada con restos de revoque en el peinado y olor a chori de obra resultaron intolerables para este pichicho. Muchas organizaciones de derechos humanos ya se están movilizando para elevar un proyecto de ley al congreso que le prohiba al caniche volver a reencarnar... Esta vez en Cecilia Pando.

30 jul 2008

El pedo que le cambio la vida

Por Spongehead

Corria el año 1992. Fernando cursaba primer año en el MA. Solia sentarse en el fondo del aula, con Esteban y Germán. Con 13 años, además de propinarse golpes, decir boludeces y tener las hormonas revueltas (todos gestos características de esa edad) tenían una sana costumbre: tirarse pedos todo el tiempo.
Las frases más famosas eran: "Aaaaahhh" (cuando ya se había emanado el gas), "Senti esto" (cuando se veía venir) o "Uy, que mal que me cayó el pebete que me vendió Cariño", haciendo alusión al pebete sanador de media mañana.
A principio de año había visto algo que sus ojos nunca olvidarán: a ella. El primer día de clase de ese año, cuando distribuían a los alumnos a cada curso, llamaron a María. La ubicaron en el mismo curso que Fernando. Y desde ese día, esa imagen, de María caminando a la fila, no se le borró de las pupilas.
Habían pasado ya casi 8 meses desde el inicio de clase, y la profesora de Historia estaba dando clases. Nadie la escuchaba, tenía menos carisma que un buscapolo. Todos estaban en la suya. Hablaban, se tiraban papelitos, se reían. Y Esteban, Germán y Fernando no estaban ajenos a ello. Además de los golpes y las boludeces, obviamente se tiraban pedos. Fernando, cagándose de risa con sus amigos, sintió una leve opresión en el intestino. Sin pensarlo dos veces, ejerció la típica presión rectal. Y se produjo un instante mágico. El aula entera, los 42 alumnos, se callaron simultaneamente. Fue una coincidencia absoluta, algo increible; el destino le había guiñado un ojo. No solo salió el pedo, sino que el banco de madera le dió una sonoridad increible. Fue un señor pedo. El afamadisimo y pocas veces bien logrado "rajatabla". Los 41 alumnos se dieron vuelta, y comenzaron a morirse de risa, mientras Fernando se ponía colorado como huevo de ciclista. La profesora no podía poner orden. A los 5 minutos, cansada de pedir silencio, de las risas de los alumnos, y aprovechando que su clase era la última del día, se resignó y dió por finalizada la clase. Fernando sufrió lo que algunos boludos llaman el síndrome de los "cinco minutos de fama".
Desde ese día, María se enteró que el chico del fondo, el del pedo, se llamaba Fernando. Gracias al pedo, comenzaron a hablarse. Después de quitarse sus miedos, e insistiendo, Fernando logró que María le diera bola. Se casaron, y tuvieron un hermoso bebé, Coquito.
Hoy, casi 16 años después de aquel afortunado incidente, Fernando es un hombre feliz. Estaban los tres cenando, mirando algún dibujito animado que entretenía a Coquito. Fernando miró a María, luego a Coquito, sonrió y pensó: ese pedo, ese señor pedo, le cambió la vida.

Este post está dedicado a Esteban... Ojalá que en el cielo haya Wifi.

Disclaimer: Para evitar daños morales y físicos (?) se alteraron los nombres de los protagonistas.

22 jun 2008

El Tano

Por Spongehead

Era una acalorada noche de febrero. Nos dispusimos a dormir con Lu. Decidimos dejar las ventanas abiertas porque el calor era sofocante. Agus dormía plácidamente en su cunita, a nuestros pies. En el momento en que empezábamos a dormirnos, escuchamos un perro ladrar. Y lo peor de todo, lo hacía casi a la altura de nuestras orejas; y no paraba, parecía que se hubiese tomado una bolsa de anfetaminas.

Nos incorporamos y nos quedamos mirando al perro. Estaba en la terraza de nuestra vecina de enfrente, la casa que esta casi llegando a la esquina. Rara vez había visto a la vecina. Era una koreana de unos 35 años de edad, pero tenía el pelo largo y blanco, como si el tiempo la hubiera castigado. Era una mezcla de la señorita Lee y Munra el inmortal.

Como el perro no dejaba de ladrar, pensé: "Loco sos un hombre. Ponete los pantalones y salí a hacer algo". Con la intención de tocarle el timbre, bajé a la vereda... Miré el cantero, y tomé una piedra. Me dije: "Si se la embocas en la frente al perro, quizás soluciones todo más rápido". En el momento en que empezaba a apuntar (y mientras el perro ahora me ladraba a mi), apareció, majestuosamente, él: El Tano. Vivía enfrente, a 4 casas de la esquina. Vestía camiseta sin mangas, pantalón corto de Racing y Adilettes .

Me mira. Lo miro.

Tano: "- ¿A vos también te está rompiendo las pelotas ese perro?"

Yo: "Ehh, si... Le estaba por tocar timbre para que lo baje" Tiré la piedra a un costado, y procedimos con el Tano a tocarle timbre a la vecina.

La vecina, abriendo una pequeña ventanita que tiene la puerta, nos atiende (recordemos que la señora era Koreana)

Señora Koreana: "¿Si, que queren?"

El Tano, señalando la terraza:

Tano: "¿El perro que está ahí es tuyo?"

Señora Koreana: "No, no e' mio... Pero no mio"

Tano: "¿Como que no?! ¿Y de quién mierda es esa terraza?!"

La señora cierra la ventanita enérgicamente en nuestras caras. Al Tano se le transforma la cara. Parecía que la quería estrangular y tomarse la sangre.

No volvió a tocar timbre, se le colgó al mismo. La señora, en este caso, abre la puerta.

Tano: "¡Bajá el perro, la puta que te parió! ¡Te voy a despertar a vos a las 6 de la mañana!¡Oriental!"

Señora Koreana: "¡Andá, vo', negoro e miereda!"

Tano: "Hace dos horas que rompe las pelotas a todo el mundo tu perro de mierrrrrdddddjjjjrraaaa!!!!" (se atragantaba de ira) Señora Koreana: "¡Necrooooo.... mieeeera!....."

La Señora Koreana carga a un bebé a su espalda, con una especia de pañuelo, y se va a caminar. El Tano se da vuelta, me mira y me dice:

Tano: "Se vienen del culo del mundo a rompernos las pelotas... ¡Esto es increíble!"

A todo esto, en la esquina hay un restaurant de comida Koreana. Ante los gritos (y las puteadas en koreano de la señora) salieron a mirar. Y la esposa del Tano, desde la puerta, en camisón, les decía: "¿Y Ud. que miran? ¡Vuelvan a su país, orientales de mierda!"

Ya la situación me parecía comiquísima. Pero el perro no se callaba. Así que, con El Tano, procedimos a llamar a la policía.

Cuando la policía llegó (dos oficiales), uno de ellos me pregunta:

Policía: "¿Porqué llamaron?"

Yo: "La señora tiene un perro que no para de ladrar... Le dijimos amablemente (?) si lo bajaba, pero se puso muy nerviosa"

Policía: "¿Pero al perro no le puedo hacer una multa?"

Yo: "(dios, tiene menos cerebro que un raviol) Pero le puede decir a la señora que baje el perro ya que produce ruidos molestos (!)"

A todo esto, mientras se producía ese diálogo, aparece la Señora Koreana.

Tano: "¡Ahi estáaaa!! ¡Es ella!!!! ¡La oriental de mierda!!!"

Policía: "Señora, buenas noches... Por favor, necesitamos revisar su pasaporte"

La Señora Koreana entra, le da el pasaporte al policía, y el policía lo revisa. Se lo devuelve, diciéndole:

"Señora, por favor baje al perro... Si no lo baja, le hago una multa... Y si lo vuelve a subir, le hago otra multa (?)" (faltaba que le diga:"y si lo baja mas, le devuelvo las 2 multas anteriores").

La señora entra... A los 20 segundos, se escuchan quejidos del perro, como si le hubiera clavado un tenedor en una oreja al pobre animal. Sale y le dice al policía que ya había bajado al perro (no especificó cómo).

La señora vuelve a cargarse al bebé a la espalda, comienza a caminar y da la vuelta a la esquina. El Tano, como ensimismado, se dirige a la esquina. Nos quedamos mirándolo los dos oficiales y yo. Y como asombrado, nos hace gestos para que nos acerquemos. Con los policías nos acercamos, esperando algo:

Tano: "¿Vieron que dió la vuelta y siguió caminando? Yo la estaba mirando, y a mitad de cuadra desapareció... Estos chinos son terribles... ¡Es como Vietnam, salen de abajo de la tierra!"

Esa frase me indicó que la situación no daba para más. Subí al departamento. Me acosté con Lu. Y por dentro pensé: "Algún día, el Tano, tendrá el post que se merece".